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¿El don de Dios es igual para todos o no?

El domingo pasado (Dom. XXXIII T.O.) en el Evangelio de Mt. al cap. 25, 14-30, Dios da a cada uno sus talentos de manera diferente, a quien 1 a quien 2 a quien 5; hoy (Mi. de la XXXIII sem. del T.O.) en el Evangelio de San Lucas, Dios por la mañana da a todos por igual, una mina a cada uno (cf. Lc 19,11-28); finalmente en el Evangelio de Mt. en el capítulo 20 al final de la jornada, Dios da a los viticultores por igual un denario a cada uno, aunque si los trabajadores no se hayan afanado por igual por sus diferentes horas de trabajo (cf. Mt 20, 1-16). Pero entonces, ¿cómo es?, alguien podría decir ¿Nos pagará Dios al final de esta vida de la misma manera que a los viticultores o no, dado que también el Evangelio del domingo pasado y el de hoy que parece decir lo contrario?

Dios da sí a todos de la misma manera, pero en base de cuánto cada uno se abre a Él: es decir, a todos los que se abren totalmente a Él: Dios les dona todo, es decir, igualmente el 100 a quienes lo hacen al 60 igualmente el 60, a los que se abren al 30 igualmente el 30 (cf. Mt 13.8). Esto es hasta el final de la jornada, hasta las 6:00 de la tarde, cuando termina la jornada laboral alrededor de la mitad de nuestra vida, es decir, el tiempo que uno logra aferrar o madurar el don de la propia Fe, es decir, para comprender cómo habla Dios (cf. Jb 33.13-14ss). El resto del tiempo que nos queda hasta la medianoche de nuestra vida, cuando vendrá el Esposo (cf. Mt 25,1-13) a preguntarnos si hemos estado despiertos o no, debemos hacerlo que dé fruto según nuestras capacidades. Cuando venga el Esposo a medianoche cada uno recibirá por igual en ese momento según su tráfico, es decir, según su empeño, aquellos que no habrán traficado ni siquiera un talento, no tendrán nada, o los que habrán traficado la mitad de su empeño tendrán la mitad del fruto y los que habrán traficado el máximo su don tendrán el máximo de Dios (cf. Mt 5.19b; Mt 13.8). Como bien explicará también san Pablo: "¡El que siembra poco, poco cosechará, el que siembra mucho, mucho cosechará!" (cf. 2Cor 9,6), o como mejor y más claramente explica el mismo Jesús, que al final de todo le dirá a uno: ¡«Reina sobre 5 ciudades» (Lc 19, 19), a otro: «Reina sobre 10 ciudades» (Lc 19, 17), a otro que no se había empeñado a nada: «¡Quítenle también lo que pensaba de tener!" (cf. Lc 19,26).


Fr. V.V. de J.M.

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